Los paraísos fiscales o la vergüenza del capitalismo y la desvergüenza de los neocons.

El capitalismo, adorado desde la centuria liberal hasta nuestros días, sobretodo en los últimos cincuenta años; ese sistema que se autoregulaba sólo, el que más riqueza creaba y más trabajo generaba -cosa distinta es que lo reparte mál-; pues ese sistema ha tenido durante todo este tiempo "su trastienda", "sus trampas", "sus caminos torcidos", es decir, "los paraísos fiscales", esos lugares del sistema financiero mundial donde los ricos avariciosos, los especuladores y los defraudadores llevan su dinero negro, donde los narcotraficantes y otros negocios sucios llevan su sucio dinero, dinero bajo secreto bancario. También realizan otra perversa función; los paraísos fiscales, en épocas de crisis, vienen a ser como el colchón o la baldosa donde los pobres meten sus ahorros desconfiando del sistema bancario y del sistema financiero en general; ellos no los meten en el colchón, los meten en los paraísos fiscales. ¿Cuál es el efecto perverso? Lo que en mis tiempos de estudiante de economía llamabamos "salida del flujo circular de la renta", ese ahorro que sale del circuito del sistema financiero y que detrae la masa monetaria. No es ya la contración de la oferta monetaria -que además de el dinero físico incluye todas las anotaciones contables y los productos financieros- sino que "aparta" masa monetaria del "flujo circular de la renta" necesaria para el consumo y la financiación de las familias y empresas.
Y los tenemos ahí al lado en Gibraltar, la importancia de Gibraltar no es geoestratégica, ni militar, ni económica, es un paraíso fiscal; lee la noticia de EL PAÍS "Madoff transfirió 150 millones de dólares a un banco de Gibraltar". ¡Indignante!

Otro día podremos hablar de como los altos ejecutivos causantes de esta debacle cobran sus millonarios contratos de alta dirección en productos financieros -planes de pensiones, acciones (como las stock opcions de telefónica del amigo de Aznar), obligaciones, etc.- por los que tributan como rentas del capital, entre el 16 ó el 18% (caso de España) mientras que la media de las rentas del trabajo rondan entre el 25 y el 30% sin tener en cuenta las cotizaciones a la seguridad social a cuenta del trabajador.