La clave.
La
clave de esta crisis, como otras crisis, con sus lógicas y propias
diferencias y su propia contextualización temporal, está basada en contracción del crédito, al menos es una clave fundamental.
¿Las
causas? ¿Cuál fue el punto crítico?, ¿Cuándo saltó la chispa generadora
del incendio de la crisis? De todos es sabido que en los momentos de
euforia económica, en los momentos de expansión, en esos momentos donde
se generan las burbujas, burbujas en las que siempre está la burbuja
inmobiliaria, al menos en los últimos tiempos, pues en esos momentos la
euforia lleva a un exceso de confianza, a la ganancia de dinero fácil, a
un incremento de las ansias de riqueza, al incremento de la avaricia, a
la competencia social por la ostentación de la riqueza, la adquisición
de grandes y lujosas viviendas, buenos coches, acudiendo a lujosos
restaurantes, con altas dosis de financiación. La confianza expande el
crédito que conceden las entidades de crédito, expande el crédito entre
clientes y proveedores, expande el “papel” comercial en todas sus
modalidades, los apuntes en cuenta, el dinero electrónico..., etc. La
demanda se ve fortalecida por un incremento de renta en manos de las
familias en situación cercanas al pleno empleo, un incremento de
beneficios empresariales y flujo monetario en manos de las empresas y,
sobre todo, se ve incrementado por el incremento del crédito que
conceden las entidades financieras, un incremento del crédito entre
empresas en forma de papel (talones, letras de cambio, certificaciones
de crédito, bonos, acciones, participaciones, …,etc.), también en forma
de dinero electrónico (tarjetas de crédito y débito, pago con móvil,
pagos y movimientos por internet y las nuevas versiones que se
avecinan).
Cuando
el crédito se expande y las economías privadas y públicas alcanzan
cotas exageradas en relación a los activos del endeudado y sobre todo en
relación a los ingresos presentes y la confianza sobre ingresos futuros
que no permiten la cómoda amortización de la deuda en sus plazos;
entonces se empiezan a producir los primeros incrementos en los
incumplimientos de pago, los primeros incremento de la morosidad y los
primeros incrementos de las deudas incobrables (los créditos fallidos).
Chispa que prende en la hierba seca del incremento de precios,
desmesurados incrementos en el caso de la vivienda, esto incrementa los
costes empresariales y la cesta de la compra; se va produciendo una
incipiente pero creciente alarma sobre futuros nuevos morosos, se inicia
el incremento de tipos de interés, se inicia la contracción de crédito,
comienza a instalarse la desconfianza.
En
este contexto comienzan los primeros incrementos de las suspensiones de
pago de las empresas más endeudadas o peor financiadas que suelen estar
en el sector o sectores en situación de burbuja (La calidad en la
administración financiera de las empresas es unas de las reformas
empresariales mucho más urgente que la reforma laboral). Comienzan los
primeros ajustes de plantilla, se empieza a instaurar el miedo, el miedo
a no poder con los pagos, el miedo a ser despedido, la incertidumbre
sobre el futuro, se inicia la fase de ahorro, de amortización de la
acuciante deuda, comienza el descenso de la renta en manos de los
consumidores y una menor propensión al consumo, se inician los primeros
descensos en las ventas de las empresas, continúa la subida de los tipos
de interés y la reducción del crédito. Se ha iniciado el descenso,
sonadas crisis empresariales y financieras producirán el pánico y de
pronto, la recesión, y la crisis ha llegado
de forma abrupta, casi por sorpresa. Se colapsa el sistema financiero,
caen bancos, se cuestiona la deuda soberana de los Estados, se masifican
los despidos, crecen desmesuradamente los impagos, se multiplican las
ruinas personales, familiares y empresariales, se deterioran los
ingresos públicos y por lo tanto se deterioran los servicios públicos.
(Hasta aquí el relato clásico de la crisis)
En
estos momentos es cuando el mundo empresarial mira hacia el coste
laboral y el abaratamiento del despido para favorecer los ajustes de
plantilla a los descensos de las ventas. Se masifica el drama del
desempleo. Se destruye gran parte del tejido empresarial, se baten
record de cierre de autónomos, pymes y algunas de las grandes empresas.
Aunque
algunos enfoques económicos, los proclives a la patronal y a la derecha
social y política inciden en la bajada de impuestos y la reforma
laboral como motor económico, es decir, en disminuir la progresividad o
directamente en no pagar impuestos y disminuir al límite los costes
laborales por parte de las grandes fortunas.
A
pesar del funambulismo ideológico que pretende convencernos de que el
impulso y crecimiento económico se concentra en el abaratamiento de los
costes laborales y en la reducción de impuestos es claro que el inicio
de la espiral de crecimiento se encuentra en restaurar la confianza,
disminuir la incertidumbre y los miedos, en restaurar el flujo del
crédito. La clave está pues en restaurar la confianza en los cobros, que produzca el incremento de crédito, el papel-crédito, el dinero electrónico.
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