miércoles, 6 de junio de 2012

EL ESTADO EMPRENDEDOR 2

La clave.
La clave de esta crisis, como otras crisis, con sus lógicas y propias diferencias y su propia contextualización temporal, está basada en contracción del crédito, al menos es una clave fundamental.

¿Las causas? ¿Cuál fue el punto crítico?, ¿Cuándo saltó la chispa generadora del incendio de la crisis? De todos es sabido que en los momentos de euforia económica, en los momentos de expansión, en esos momentos donde se generan las burbujas, burbujas en las que siempre está la burbuja inmobiliaria, al menos en los últimos tiempos, pues en esos momentos la euforia lleva a un exceso de confianza, a la ganancia de dinero fácil, a un incremento de las ansias de riqueza, al incremento de la avaricia, a la competencia social por la ostentación de la riqueza, la adquisición de grandes y lujosas viviendas, buenos coches, acudiendo a lujosos restaurantes, con altas dosis de financiación. La confianza expande el crédito que conceden las entidades de crédito, expande el crédito entre clientes y proveedores, expande el “papel” comercial en todas sus modalidades, los apuntes en cuenta, el dinero electrónico..., etc. La demanda se ve fortalecida por un incremento de renta en manos de las familias en situación cercanas al pleno empleo, un incremento de beneficios empresariales y flujo monetario en manos de las empresas y, sobre todo, se ve incrementado por el incremento del crédito que conceden las entidades financieras, un incremento del crédito entre empresas en forma de papel (talones, letras de cambio, certificaciones de crédito, bonos, acciones, participaciones, …,etc.), también en forma de dinero electrónico (tarjetas de crédito y débito, pago con móvil, pagos y movimientos por internet y las nuevas versiones que se avecinan).

Cuando el crédito se expande y las economías privadas y públicas alcanzan cotas exageradas en relación a los activos del endeudado y sobre todo en relación a los ingresos presentes y la confianza sobre ingresos futuros que no permiten la cómoda amortización de la deuda en sus plazos; entonces se empiezan a producir los primeros incrementos en los incumplimientos de pago, los primeros incremento de la morosidad y los primeros incrementos de las deudas incobrables (los créditos fallidos). Chispa que prende en la hierba seca del incremento de precios, desmesurados incrementos en el caso de la vivienda, esto incrementa los costes empresariales y la cesta de la compra; se va produciendo una incipiente pero creciente alarma sobre futuros nuevos morosos, se inicia el incremento de tipos de interés, se inicia la contracción de crédito, comienza a instalarse la desconfianza.

En este contexto comienzan los primeros incrementos de las suspensiones de pago de las empresas más endeudadas o peor financiadas que suelen estar en el sector o sectores en situación de burbuja (La calidad en la administración financiera de las empresas es unas de las reformas empresariales mucho más urgente que la reforma laboral). Comienzan los primeros ajustes de plantilla, se empieza a instaurar el miedo, el miedo a no poder con los pagos, el miedo a ser despedido, la incertidumbre sobre el futuro, se inicia la fase de ahorro, de amortización de la acuciante deuda, comienza el descenso de la renta en manos de los consumidores y una menor propensión al consumo, se inician los primeros descensos en las ventas de las empresas, continúa la subida de los tipos de interés y la reducción del crédito. Se ha iniciado el descenso, sonadas crisis empresariales y financieras producirán el pánico y de pronto, la recesión, y la crisis ha llegado de forma abrupta, casi por sorpresa. Se colapsa el sistema financiero, caen bancos, se cuestiona la deuda soberana de los Estados, se masifican los despidos, crecen desmesuradamente los impagos, se multiplican las ruinas personales, familiares y empresariales, se deterioran los ingresos públicos y por lo tanto se deterioran los servicios públicos. (Hasta aquí el relato clásico de la crisis)

En estos momentos es cuando el mundo empresarial mira hacia el coste laboral y el abaratamiento del despido para favorecer los ajustes de plantilla a los descensos de las ventas. Se masifica el drama del desempleo. Se destruye gran parte del tejido empresarial, se baten record de cierre de autónomos, pymes y algunas de las grandes empresas.

Aunque algunos enfoques económicos, los proclives a la patronal y a la derecha social y política inciden en la bajada de impuestos y la reforma laboral como motor económico, es decir, en disminuir la progresividad o directamente en no pagar impuestos y disminuir al límite los costes laborales por parte de las grandes fortunas.

A pesar del funambulismo ideológico que pretende convencernos de que el impulso y crecimiento económico se concentra en el abaratamiento de los costes laborales y en la reducción de impuestos es claro que el inicio de la espiral de crecimiento se encuentra en restaurar la confianza, disminuir la incertidumbre y los miedos, en restaurar el flujo del crédito.  La clave está pues en restaurar la confianza en los cobros, que produzca el incremento de crédito, el papel-crédito, el dinero electrónico.

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