¿Es inmune el PP en las urnas a las denuncias de corrupción?

Siempre he pensado que la corrupción es apolítica, amoral y apátrida. También, siempre he pensado que la generalización de un juicio o valoración es inherentemente injusto y falso. Nunca diré que todos o el conjunto de uno u otro partido político es corrupto, o perverso, o en su contra, virtuoso, incorruptible; la experiencia nos ha demostrado esto muchas veces. Estoy en el más absoluto convencimiento de que mucha gente, simpatizantes, afiliados, dirigentes y cargos de PP, de PSOE, de IU, del resto del arco parlamentario son honrados, por supuesto desde sus propios planteamientos y, muchos, abnegados en el ejercicio del servicio público; y en todas las organizaciones políticas existen unos pocos, muy pocos, pero que hacen mucho ruido y mucho daño con sus indeseables actuaciones a sus organizaciones políticas, a las instituciones y a la vida política y social.

Dicho esto, hay una sensación, una frase que circula desde hace bastante tiempo entre los simpatizantes y votantes de izquierdas y es "a la derecha no le pasa factura en las urnas la corrupción y a la izquierda no se le perdona nada"; a la izquierda, a las formaciones progresistas, le pasa una factura implacable entre su propio electorado y por supuesto entre el electorado indeciso, aquél que unas veces vota una opción y otras otra. Quizás la raíz esté en la asociación con un modo de vida, de comportamiento y actitudes personales con la defensa ideológica de la solidaridad, la justicia social, la equidad, la igualdad, la protección social de los más débiles y en general la defensa de los valores éticos y sociales de la redistribución de la riqueza contra la explotación y la opresión. Cuando alguien que defiende esto políticamente tiene un comportamiento contradictorio, desde comportamientos inadecuados hasta corrupciones y delitos, el desencanto y el desengaño está servido, y ese desengaño lleva a castigar a la organización politica progresista a la que pertenece el corrupto, la hacen responsable de haber incorporado a sus filas a un indeseable, incluso a los votantes les lleva a adoptar como "modus vivendus" la opción contraria. Es decir, como todos estos valores progresistas son considerados un "engaño", entonces, heridos los valores progresistas, lo único válido es la ley del más fuerte, la ley del más hábil, la ley del más exitoso, por lo tanto, seamos fuertes, hábiles y exitosos y desoigamos los cantos a la igualdad, a la justicia y a la protección social; que cada cual se busque la vida como pueda.
Por el contrario, qué ocurre con las opciones políticas que, quizás por reminiscencias del espiritu guerrero de la clase de la nobleza medieval, defienden el individualismo y la competencia llevada al terreno económico, que basa sus valores en el mayor éxito, o mayor capacidad de esfuerzo y de fortaleza, o mayor habilidad, incluso para someter o eliminar al enemigo (aunque no sea físicamente sino sólo económicamente), que suponen poder y privilegios, caiga quien caiga en el camino, ocurre que su espiritu guerrero tiene cierta concordancia con triunfar sea como sea, incluso vulnerando la ley o al menos no entra en flagrante contradicción.

Hay investigadores que sostiene que existen dos tipos de personas incluso con comportamientos y funciones cerebrales diferenciadas, una de derechas y otra de izquierdas; y también, otros investigadores sostienen que en el interior de cada uno de nosotros coexisten ambas comportamientos o actitudes. Quizás, ambas son ciertas.

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